El terrorismo y el diálogo
Me llama la atención como las posturas políticas tienden a apropiarse de conceptos filosóficos y convertirlos en su propia bandera. Así ocurrió, por ejemplo, con el patriotismo constitucional de Habermas(2) (nada sospechoso de ser un pensador "conservador"), que el PP convirtió en su bandera (nunca mejor dicho). Algo parecido ha pasado con el "diálogo", otro de los conceptos centrales del filósofo alemán, que ha pasado a jugar un papel esencial en las democracias modernas, y que tanto divide a las formaciones políticas. La gran pregunta (desde hace ya un tiempo) es: ¿se debe dialogar con los terroristas?
El concepto de "diálogo" encuentra su lugar específico en la teoría ética de Habermas, pero luego lo ha extendido también a la política como un modo adecuado de decisión. Con todo, creo que los políticos, en general, no han leido mucho a Habermas, a no ser que cuando hablan de "diálogo" se refieran a algo distinto de lo que habla Habermas. Los problemas "difíciles" deben ser elevados al plano del discurso, caracterizado por lo que Habermas llama una situación ideal de habla, caracterizada, entre otras cosas, por la libertad, la simetría y la ausencia de coacción. Los partidarios del diálogo deberían defender precisamente estas condiciones para que el resultado sea aceptable, para que que el acuerdo surja en condiciones morales.
Al margen de ideología política o afiliaciones personales, un acuerdo surgido de la coacción no puede nunca considerarse moralmente válido. Cuando algunos políticos dicen que hay que dialogar con terroristas sin ningún tipo de condición rompen precisamente con este requisito indispensable de todo discurso: la ausencia de coacción. Dialogar con terroristas que cuentan con un poder armado (igual da que sean irlandeses, islámicos, vascos, colombianos o nicaragüenses) es una contradicción, pues los interlocutores creen más en el argumento de la fuerza que en la fuerza del argumento. Si se lograra un acuerdo entre un gobierno y un grupo terrorista en activo, cualquiera podría criticarlo por las condiciones en que se ha forjado. Eso sí, que conste que estoy ofreciendo un punto de vista ético, y no político. Puede que algún lector pragmático esté pensando que lo importante es que se acabe la violencia. Entonces el problema puede venir precisamente de desvincular la ética de la política...
Actualización (27-05-2004): Más información sobre Habermas en nuestro especial sobre la Escuela de Frankfurt
Comentarios
A mí las palabras de los políticos me producen una cierta desconfianza. En ellos no es como con los filósofos, ya que éstos utilizan las palabras para «alumbrar» o tratar con cierta objetividad un tema. Los políticos creo que las utilizan con otros fines más egoístas.
¿Qué significado tiene en un político la palabra diálogo? O, por poner otra palabra, ¿qué ha significado la palabra «paz» en la oposición política de estos últimos años? ¿No se ha convertido esta palabra en una bandera política diferente a la paz deseada por los ciudadanos?
Verbalizar un problema o una creencia es posibilitar su paso a la conciencia y al raciocinio. Pero el diálogo, que es una forma de verbalización, es también algo más, ya que es entre dos personas o grupos. Y ello exige unas aceptaciones previas que yo dudo que sean factibles entre personas con disputas muy enconadas.
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