El arte como curación
¿Puede el arte curar al ser humano? Para muchos la respuesta es un rotundo sí. Y basta fijarse, por poner un ejemplo, en una pura curación (o rehabilitación) física: todos sabemos que la música puede influir en nuestros estados de ánimo, pero en los últimos años la musicoterapia(2) ha puesto de manifiesto sus posibles aplicaciones a múltiples enfermedades, y el conocido efecto Mozart subraya la capacidad "eufórica" que acompaña a las sinfonías de este compositor. Pero no sólo en la música: todos tenemos pintores o escultores afines, y la belleza, de un modo u otro ocupa un lugar importante en la vida de muchos seres humanos. Sin embargo, este tipo de investigaciones no son nuevas: ya Aristóteles hablaba de los efectos de los diferentes modos musicales sobre el estado de ánimo y por algo la música era una de las disciplinas más importantes que estudiaban los medievales, pues era, para ellos, un modo de acercarse a Dios.
Con todo, el periodo de la historia de la filosofía en el que el arte ha ocupado uno de los lugares más importantes de la reflexión humana ha sido, sin lugra a dudas, en el romanticismo. Schiller entendía que el arte podía "curar" al hombre pero no en un sentido físico, sino en en un sentido moral. El hombre moderno, partido a la mitad entre su razóny sus sentimientos necesita encontrar modos de compatibilizarlos, y el arte puede lograr esta armonización. El arte (y no la ciencia) es, para los románticos, el lugar adecuado de la verdad, la instancia que puede, incluso, hacernos mejores personas, educarnos en un sentido moral de la palabra. El arte sería una de las formas de perfeccionamiento del hombre.
Hoy, sin embargo, puede que vivamos tiempos más dominados por el positivismo: la ciencia es la última verdad, y el desencantamiento del mundo nos "roba" los últimos resquicios de imaginación y fantasía. El arte se reduce a industria y es, a menudo, una caricatura de sí mismo, unos tachones sobre los grabados de Goya. El efecto Mozart es, hoy en día, el efecto "Techno" o linkin park, que también produce una agradable sensación de bienestar (no exenta de agotamiento). ¿Queda aún algo de las ideas románticas? ¿Sigue el arte conteniendo algún tipo de verdad? ¿Puede todavía el arte "perfeccionarnos"? Difíciles preguntas, con respuestas que quizás puedan desanimar a más de uno...
Actualización (27-05-2004): Más información sobre el arte en Adorno puede encontrarse en nuestro especial sobre la Escuela de Frankfurt
Comentarios
Me temo que hoy día no sea tanto la ciencia quien domine como la tecnología, ya que la ciencia no está muy bien vista o no se considera tan rentable.
Estoy de acuerdo contigo, Fabián, pero sólo en parte. A la economía le interesa más la tecnología (ciencia aplicada, en el fondo) que la ciencia misma, pues la tecnología es siempre más rentable, más productiva. Sin embargo, la instancia "sancionadora" de la verdad sigue siendo, en mi opinión, la ciencia. Para asegurar de algo que es verdadero, basta con acompañarlo con el adjetivo "científico" o con citar un estudio científico (sin importar el calado del mismo). Parece que el tiempo del arte, como ya dijera Hegel, hubiera pasado ya de largo.
El arte es cada vez más industria. Se entiende como un producto de consumo más. En esas circunstancias, consumir una película o un libro, incluso una exposición de pintura, no creo que cure a nadie.
El arte tiene beneficios en todo y en todos....tal vez no lo percibimos porque tendemos a ser receptores, pero si lo creáramos, podríamos comprenderlo.
Ayer mismo por la tarde estuve en un concierto de una orquesta de camara de Rusia en Zamora. Todos ellos eran solistas de orquestas reconocidas. Fue realmente impresionante. Cuando interpretación y melodía están al máximo, la compatibilidad entre arte y curación (cuidado) del alma, creo que no puede ser mayor. Hay momentos en que el arte realmente transfigura -con el no exento peligro por tanto de transfigurarnos en algo violento, sádico,... En cualquier caso, algo de mágico debe de haber cuando, -por mucha inculcación cultural que todos llevemos- haya esos momentos en que el arte nos robe el alma para sí.
Coincido contigo, porque además la música es probablemente el arte en el que más podemos "desconectar" de la vida diaria, y del "control" de la razón. Nietzsche no era nada tonto cuando esperaba que Wagner recuperara el arte diosnisíaco...
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