La materia prima de la enseñanza
Hoy voy a hablar de una forma políticamente incorrecta. Y lo digo, porque voy a incluir tacos o expresiones malsonantes (precisamnete de las que no toleraría en clase, o de las que trato de suprimir en las aulas). En mi corta experiencia en las aulas me ha tocado un poco de todo: colegios concertados (conozco más o menos cómo funcionan), colegios públicos en medio rural, en medio urbano... Lamentablemente, he visto insultarse a mucha gente, de diversas clases sociales.
Y desde luego que cambian los insultos, dependiendo de quién insulte y a quién insulte. En algún aula he oído cosas como "hijoputa", "guarra", "barriobajero", "gitano" (esto nunca debería ser un insulto la cultura gitana(2) merece todos nuestros respetos) y otras en las que la forma de degradar al compañero era especialmente interesante: "universitario". En estos contextos, ser alguien que trata de formarse, que se preocupa por saber, era un demérito, y llegar a la universidad (meta de tantos otros adolescentes o jóvenes) una vergüenza, una pérdida de tiempo (¿para qué estudiar si se puede empezar a ganar dinero?). Quizás debiéramos dejar de discutir sobre leyes educativas y abandonar viejos enfrentamientos de gremio (concertados-escuela pública) o disputas de clases (logsistas contra no logsistas, maestros-licenciados).
El día que oí por primera vez ese insulto, expliqué en clase qué es la universidad y lo que significa, dando a entender que más que una carga o un demérito, es siempre una oportunidad. No sé si aquello sirvió para mucho. Poner las circunstancias sociales, económicas y materiales (una sugerencia: becas que paguen al estudiante el sueldo que podría ganar en el mercado laboral y que se otorguen a los estudiantes con dificultades económicas que realmente se lo merezcan...) para que nadie pueda insultar a sus compañeros de clase llamándole universitario es la mejor ley de educación pensable. No es la educación (la pobre bastante tiene con lo suyo...) la única que debe cargar con toda la reforma social, sino también la sociedad la que debe mejorar la educación. Qué diferencias hay en las aulas. Hasta en la forma de insultarse.
Comentarios
Interesante insulto: "universitario". En mi pais (Colombia) ser universitario es una gran hazaña digna de reconocimiento, ya que, las precarias condiciones socio-economicas de muchos jovenes rompen con sus sueños de ser UNIVERSITARIOS, y poder llevar una vida digna.
El problema de la Educación creo que es un tema muy interesante, de ahí que quiera aportar una nueva visión al enfoque incial. ¿No es la educación como tal la que hay que cuestionarse? ¿No es otra de esas tantas "pre-concepciones" sociales que tenemos encasilladas? Encasilladas en esa parte tan social de nuestro cerebro, que nos hace parecer seres sin sentimientos. Lo que sale a la palestra es la costumbre educativa en la que esta sociedad estancada en un pico evolutivo nos tiene acostumbrados.
Para salir de ella sin revoluciones clasistas, sería necesario un nuevo concepto de educación. Una educación que nos enseñara a pensar y no que nos limitara. ¿No somos seres únicos? ¿No deberíamos enseñar a pensar como tal, sin verdades absolutas?
Gracias por vuestros comentarios. Que la posibilidad de estudiar en la universidad es un privilegio, es algo que aprendí en Basilea, al conocer estudiantes de la antigua Alemania del este, que veían la universidad como una oportunidad (qué diferencia con tantos universitarios de nuestro país...)
Y sobre la sugerencia de Fátima, me parece interesante. Hay modelos educativos centrados en las necesidades e intereses del alumno (o incluso educación sin "escuela"), y precisamente en esta línea iba la logse. Tan sólo platear dos preguntas: ¿Tiene todo el mundo un interés "innato" por aprender? ¿Qué debe hacer la sociedad con aquellos que desprecian la enseñanza y no quieren aprender nada en absoluto? De momento sólo un par de preguntas, espero que tengamos la oportunidad de seguir hablando de estos temas (podéis leer también la anotación sobre la LOGSE y la LOCE...). Gracias a Samantha y a Fátima por su colaboración.
Feliz verano a todos y enhorabuena a los creadores por seguir actualizando el foro "aunque" sea con viejas cuestiones ya en parte tratadas (y es que ningún tema de discusión se acaba haciendo viejo del todo ni perece en un olvido que no merezca una regeneración deliberativa).
Me quedo con esta frase de un comentario de Miguel al asunto de la educación:
"¿Qué debe hacer la sociedad con aquellos que desprecian la enseñanza y no quieren aprender nada en absoluto?".
Problemática cuestión que quizás tuviera cierto arreglo, -al menos en cuanto a sus "víctimas" juveniles, chavales y chavalas de instituto- si:
-hubiera una cierta diferencia en cuanto a efectos respecto de si se suspende o si se aprueba (ahora hemos recuperado recientemente el concepto y la accion de repetir curso); y es que, como digo yo a mis compañeros profes de centro: si ni los mayores hacemos muchísimas de nuestras acciones "por amor al arte": ¡¿cómo podemos pensar que un chico de 15 o 17 años estudie impulsado meramente por la motivación?! Yo diría: ¿qué mejor impulso que vas a repetir, perder un año -académico- de tu vida y dejar atrás a tus compañeros y amigos de clase?
-por otro lado: si desde el contexto familiar no se establecen claramente estas diferenciaciones -entre aprobar y no aprobar-, y es que, no me estoy refiriendo a ningún castigo grandioso o, por supuesto, ni mucho menos, a ningún tipo de daño corporal. Pero, como digo, si el chaval, apruebe o suspenda, tiene siempre su mismo contexto: su misma paga de fines de semana, sus mismos horarios de estar por ahí, sus mismos regalos y vicios y ocios, ¿quién de nosotros que esté leyendo esto, hubiera estudiado lo que ha estudiado? Yo, por lo menos, no.
Y es que considero que el amor -o cuando menos el cierto aprecio- por el estudio y los estudios se coge a la larga y a la larga, -como el aprecio por las normas de convivencia, p. ej. (esto abre un posible tema de debate entre el deber y el querer, entre la voluntad y el deseo)-, y, por lo tanto, que primero hay que habituarse -en cierto modo, a la fuerza- a ello.
Ahí dejo estas dos consideraciones que podrían ayudar bastante, al, a veces, desolador campo de la enseñanza. Un saludo.
Lo que comentas sobre el "mérito" y los posibles "castigos" como motivación para el estudio me recuerda una frase que me dijo un alumno que suspendía sistméticamente y provocaba muchos altercados en el instituto. Cuando le pregunté qué opinaba su madre sobre lo que hacía en el instituto me dijo: "me dice que me quiere igual si soy arquitecto que si soy barrendero". Evidentemente, el problema no era la futura profesión del "niño" sino la educación que recibía en casa, donde todo le estaba permitido y nadie le decía nunca nada. Como bien dices tú, el valor del esfuerzo y del saber debe transmitirse en el instituto, y también, de un modo quizás más determinante, en casa...
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