Pensar (o vivir) después de Auschwitz
Muchos han sido los filósofos (o pensadores de otras disciplinas) cuya actividad se vió afectada por la persecución nazi. El horror de los campos de concentración marcó el pensamiento de todos los miembros de la Escuela de Frankfurt, pero también el de psicólogos como Victor Frankl, el fundador de la logoterapia. Probablemente, también la física de Einstein(2) hubiera sido muy distinta, si el científico alemán hubiera pasado antes por la experiencia de Hirosima. El terror provoca múltiples reacciones, que se dan a todos los niveles. Tampoco la vida de la gente anónima (de todos los que nunca pasaremos a la historia más que como número de las estadísticas) puede ser la misma después de este tipo de sucesos. El problema es que todo este tipo de sucesos se ha venido repitiendo a lo largo de la historia, y se están repitiendo en nuestro presente. ¿Cómo afecta eso a nuestra vida cotidiana?
Mucho me temo que la respuesta debe ser más "realista" que "optimista". Cuando el año pasado, en una clase de ética, hablaba sobre la persecución nazi, y sobre los bombardeos, un alumno me respondió: "mientras no caiga la bomba encima de mi casa". Aunque pueda sonar duro, esta es la respuesta que, de un modo u otro, con nuestra palabras o nuestros actos, terminamos dando diariamente. Y no estoy diciendo que tengamos que pasar todos los días llorando o lamentándonos de lo mal que va el mundo. Pero a veces parece que el terror es menor si es ajeno. A raíz del 11M, me sentí extraño cuando tuve la sensación de que las víctimas de este atentado valían más que las del 11S, o que los miles de muertos callados y cotidianos, descuartizados por las bombas del hambre. Si Adorno no se cansaba de decir que Auschwitz no debía repetirse, hoy estamos acostumbrados a que lo haga, sin que nos importune demasiado, siempre y cuando sea lo suficientemente lejos.
Vivir después de Auschwitz es vivir después de Ruanda, después de Kosovo, después de Chechenia, después de Somalia, después de Timor, después del Congo, después de Argentina, después de Chile, después de Afganistán, después de Irak... Después del terror organizado de un modo sistemático y calculado. Y, quien más quien menos, muchos de nosotros no hemos vivido después de todos esos sucesos, sino a la vez. ¿Nos ha cambiado alguna de estas experiencias? ¿Pensamos de otra manera? ¿Vemos la vida de otro modo? Pues no lo tengo tan claro. El kilo de muerto es mucho más caro si es "nuestro" que "suyo", y las noticias ya nos tienen acostumbrados a raciones diarias de lo mismo. Lo peor, lo que puede lograr que Auschwitz se repita era, para muchos pensadores, el olvido. Puede que no tuvieran toda la razón al respecto. Lo peor, lo que hace que todo eso se repita, es la costumbre.
Actualización (27-05-2004): Más información sobre la Escuela de Frankfurt en nuestro especial sobre la Escuela de Frankfurt
Comentarios
Lo peor es que Auschwitz ya era en cierto modo una repetición: también hubo exterminios antes. El otro día contaban en "Memorias de España" como por aquí en el siglo XV ya había leyes para marcar a los judios...
Sin embargo, veo un hueco para la esperanza: no tengo la sensación de que los textos del siglo XV condenaran eso en su mayoría. Por lo menos hoy muchos lamentamos lo que ocurre, aunque sea en otros sitios, aunque no nos duela igual.
Por cierto, que escribí esto y mientras esperaba a que previsualizase leí la entrada sobre la Edad Media...
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