Introducción
Los ríos del sureste labran sus vegas en la Depresión Terciaria rellena
de materiales detrítico-evaporíticos principalmente del
Mioceno
y los propios aluviones fluviales del Cuaternario.
Todos nacen en la
Sierra de Guadarrama y son, directa o indirectamente, tributarios del Tajo: el
Tajuña, al igual que el Henares y el Manzanares lo son de la gran arteria
central de la Comunidad que es el río Jarama y este, a su vez, lo es del Tajo.
En la zona sólo el Tajuña, el Jarama y el Tajo tienen una presencia
significativa, quedando fuera de ella el Henares o afectándola solo
tangencialmente, como en el caso del Manzanares.
Son ríos de alta estacionalidad
que aumentan su caudal bruscamente con los deshielos de la primavera,
adquiriendo un curso torrencial que en el pasado provocaba grandes avenidas de
catastróficas consecuencias para la agricultura pero con un alto valor como
agente constructor del relieve de las vegas; por el contrario, experimentan un
acusado descenso del nivel durante el verano, encajándose en sus aluviones y
creando las terrazas que rodean su cauce, adquiriendo un trazado meandriforme.
Como
consecuencia, el proceso de sedimentación experimenta variaciones temporales de
modo que, sin llegar a interrumpirse, se modifica la energía de sedimentación.
Así se obtienen variaciones verticales dentro del propio estrato, u
horizontales, cuando las modificaciones se producen transversalmente al cauce
fluvial, lo que se conoce como
cambios laterales de facies
. En la
época de lluvias, los ríos presentan agua suficiente para poder transportar
sedimentos de mayor tamaño, sedimentándose gravas y cantos. Cuando en el
período estival disminuye el caudal, los sedimentos están constituidos por
arenas
y
arcillas
. El duplete
así generado es una medida temporal, que permite un cierto grado de datación de
los sedimentos que afloran en las terrazas y cortes del terreno.
El Jarama es el río que mayor longitud
adquiere en la Comunidad de Madrid: de
los 200 km de recorrido desde su nacimiento hasta la desembocadura en el Tajo,
unos 160 discurren por Madrid. Nace en las cumbres de Cebollera Vieja o Pico de
las Tres Provincias, en la Sierra de Tejera Negra (Guadalajara), uno de los
puntos de localización, junto a Montejo de la Sierra, de los bosques relictos
más meridionales de hayedos. Discurre por Guadalajara, en donde sufre un primer
represamiento en el embalse del Vado, y, al entrar en Madrid, se une al Lozoya.
Así, el Jarama se convierte en el eje fluvial madrileño, actuando como un
colector que, de norte a sur, recoge las afluencias de los ríos Manzanares,
Guadalix, Lozoya, Henares y Tajuña. En la zona de estudio nos encontramos en su
curso medio y bajo. El río Jarama es el eje de gran número de asentamientos
prehistóricos y yacimientos paleontológicos, que lo convierten en una fuente
inagotable de conocimiento.
En
las cercanías de Gózquez, en la Presa del Rey, comienza el Canal o Real Acequia del Jarama, un canal de 72 km construido en
1578 por
Felipe II
como parte de los proyectos de ordenación del riego
en la vega que originariamente se diseñó para llevar agua a las yeguadas reales
en la zona de la “La Boyeriza” y que, tras las modificaciones introducidas por
Felipe V
, adquirió su trazado actual, no pudiendo llegar a Toledo, como era la
pretensión original, pues los terrenos yesíferos se disolvían, a la altura de
Seseña. En la actualidad vierte en el Tajo a la altura de Mocejón, en la provincia
de Toledo.
Salvo en la zona de la Marañosa y en
su cabecera, su cauce está muy alterado por las explotaciones de áridos,
fundamentalmente, y carece de sotos o vegetación de ribera desarrollada.
Además, se trata de un río con una calidad del agua muy baja debido a los
vertidos que recoge de toda la zona metropolitana de Madrid presentando
evidentes signos de contaminación en su cauce, como la esta
imagen
tomada a la altura del
Puente Largo
en Aranjuez.
Fue
un río temible por sus avenidas periódicas. En la actualidad la construcción de
embalses en su cabecera y en sus afluentes han regulado y estabilizado su
caudal, eliminando este tradicional riesgo geológico.
En el término de Aranjuez el Jarama atraviesa el
Puente Largo
una obra monumental con más
de 200 años de antigüedad. Se une al Tajo en las afueras de Aranjuez, en el
paraje conocido como
Junta de los Ríos
.
Nace
en Maranchón (Guadalajara) y entra en la
Comunidad madrileña por el municipio de Ambite. Tras recorrer 56 Km en dirección NE-SO, se une al Jarama
cerca de
Titulcia
. En general su cauce es
meandriforme
,
divagante por la vega, de escasa anchura (<5 km) y de pendiente escasa
(alrededor del 2%). Es
de caudal irregular, dependiente de las precipitaciones estacionales que antaño
se desbordaba en las crecidas de noviembre y marzo y, por el contrario, solía
desecarse durante el verano. Su
valle, como todos en la zona, es asimétrico, con laderas suaves en la margen
derecha y escarpes marcados en la izquierda, labrados sobre
cambios laterales de facies
yesos y
margas
del
Mioceno
. Su
desarrollo longitudinal también varía, ensanchando su valle y aumentando la
aridez a medida que penetra en Madrid, siendo aguas arriba de
Morata de Tajuña
–el llamado sector alcarreño, que enlaza con la Alcarria de
Guadalajara- estrecho, encajado y menos térmico, debido a la resistencia de los
materiales terciarios de la parte superior de las vertientes de los páramos por
los que circula (
calizas
y
margas
de la
Unidad Superior
y
techo de la Unidad Intermedia del
Mioceno
) ensanchándose en una vega amplia a la altura de esta
localidad, en el denominado sector manchego, al discurrir
fundamentalmente por los materiales yesíferos de la Unidad Inferior e
Intermedia, llegando a alcanzar el kilómetro de anchura, lo que favorece sus
usos agrícolas. El
sistema de sedimentación se adapta a estas variaciones y origina terrazas escalonadas
en el tramo superior y encajadas en el tramo medio y bajo. Es
un río cuyo régimen hídrico depende fundamental de los aportes que realizan los
acuíferos
de los cerros y laderas circundantes, de naturaleza
evaporítico-carbonatada, ya que no existen afluentes de importancia salvo
arroyos de gran estacionalidad y escaso caudal. Esta situación condiciona una
circulación subterránea de agua de cierta importancia que se pone de manifiesto
en los afloramientos superficiales y en la generación de una fértil vega.
Precisamente esta naturaleza subterránea del caudal del Tajuña es la que
explica su bajo nivel actual, por la gran explotación del acuífero por los
cultivos de
regadío
, la existencia de embalsamientos que regulan las
fluctuaciones de nivel y la escasez de precipitaciones. De esta manera es un
río estabilizado, sin capacidad erosiva y sin posibilidades de modificar su
cauce. Es un valle cuyo
aprovechamiento principal es el de pequeñas propiedades de regadío, que
adquieren mayores proporciones en las zonas anchas del tramo bajo. Respecto a
la dedicación de la vega progresivamente se ha ido decantando a favor del
cultivo extensivo de maíz y cereales de invierno, en perjuicio de una ocupación
hortofrutícola de gran tradición y calidad, dada la mayor rentabilidad de estos
cultivos. Esta gran parcelación dificulta una ordenación de la vega por medio
de una concentración parcelaria, que podría redundar en una mayor eficacia
productiva, favoreciendo la mecanización de los cultivos y en la gestión de los
recursos hídricos disponibles. De esta manera, el paisaje agrario
de la vega se estructura en tres espacios: la margen derecha, de pendiente
suave, con cultivos de secano (olivares y viñedos); la vega, con cultivos de regadío; y los cortados de la margen
izquierdo, sin valor agrícola destacable. Los sotos en esta zona son
estrechos, discontinuos, poco densos y limitados por las áreas de cultivo.
El valle del Tajuña adquiere una gran importancia
ecológica debido a la existencia de humedales estables protegidos y catalogados en la zona como
Casasola
,
San Galindo
y
San Juan
, surgidas como
consecuencia del afloramiento del agua subterránea en superficie al cortar el
relieve el
acuífero
, formando tablas de escasa profundidad y régimen
hídrico fluctuante con las precipitaciones estacionales. Estos espacios húmedos
son la base de una importante población de aves acuáticas y paseriformes
que nidifican en ellas y que encuentran un lugar idóneo en sus desplazamientos
migratorios, actuando el valle del Tajuña para muchas especies como una vía
preferente de comunicación entre La Mancha y la Meseta Norte, a través del
Sistema Ibérico.
El Tajuña
Es
el más largo de los ríos peninsulares (más de 1000 km).
Nace
en Teruel (Montes
Universales), cerca de la Muela de San Juan y el Cerro de San Felipe. Circula
encajado entre los cañones
calizos
del Sistema Ibérico, en las
provincias de Teruel, Cuenca y Guadalajara, al este, y los terrenos
metamórficos del Sistema Central –al norte– y los de los Montes de Toledo, al
sur. Pese a dar nombre a la Cuenca hidrológica en la que se enclava la práctica
totalidad de la Comunidad de Madrid, su recorrido por ella es muy corto, de
apenas 45 km. Entra en la Comunidad por
Estremera
y sale en el límite SO
de ésta, en la confluencia con el río Algodor, definiendo, aproximadamente, la
divisoria entre Madrid y Toledo. Al paso por esta ciudad el Tajo traza un
profundo
meandro
, encajándose en las duras cuarcitas de la zona.
Atraviesa tierras extremeñas, pasando bajo el puente de Alcántara, en Cáceres,
al decir de algunos, el más importante de los puentes romanos que han
sobrevivido hasta nuestros días. Construido entre los años 105-106 de nuestra
era, destaca por sus 194 metros de longitud y 57 metros de altura para
permitirle superar las avenidas del Tajo Vierte
en el Atlántico, como la mayoría de los grandes ríos peninsulares, salvo el
Ebro, en Lisboa, a través de un estuario conocido como Mar de la Paja. De su
desembocadura decían los griegos que había sido fundada por
Ulises
por
lo que se le denominó Olysipon o Lisboa. Se
trata de una cuenca hidrográfica disimétrica: los afluentes de la margen
derecha, originados en el Sistema Central, aportan la mayor parte del caudal
haciendo del Tajo uno de los ríos más caudalosos de la Península, si bien esta
situación ha sido claramente alterada por el trasvase de aguas hacia la cuenca
del Segura. Por la margen derecha recibe las aguas
del Tajuña, Jarama, Guadarrama, Tiétar, Alagón y Alberche. Por la margen
izquierda, las del Guadiela, Almonte y Salor. El
río Tajo, denominado Tagus o Tágos fue famoso por sus arenas
auríferas en tiempos de los romanos. Como
señala el escritor Julio Caro Baroja, a diferencia de otros ríos peninsulares
como el Guadalquivir, el Tajo no reúne en sus márgenes grandes núcleos urbanos.
Ni siquiera Toledo que solo a partir de los tiempos de los visigodos tuvo un
papel importante, al convertirla en sede de los concilios y capital primada. Polibio
señala que atravesaba los territorios de cuatros pueblos, desde su cabecera a
la desembocadura: celtibéricos, vettones, carpetanos y lusitanos. En
épocas más recientes, el Tajo conoció una gran animación por el uso recreativo
que, en la zona de Aranjuez, recibía de la realeza. Así una flota de barcos
–falúas– de recreo surcaban frecuentemente sus aguas. En tiempos de
Felipe II
, en 1518, se inició un estudio dirigido por el ingeniero italiano Juan
Bautista Antonelli para hacer navegable el Tajo hasta Lisboa. Formaba parte de
un más ambicioso proyecto para hacer navegable todos los ríos de España pero se
empezó por el Tajo por encontrarse, en aquel entonces, España en conflicto
bélico con Portugal. De hecho, en 1582 se llegó a hacer un viaje exploratorio de
ida y vuelta a Lisboa, pero el proyecto se abandonó en 1594; a esta iniciativa
le sucedieron otras similares en el siglo XVI, XVII e incluso en el XIX,
abandonándose definitivamente esta aspiración en 1863. Así, en tiempos de
Carlos III
se concibió otro ambicioso proyecto de ingeniería hidráulica que pretendía
crear una vía de navegación entre Madrid y Sevilla, a través del Tajo,
enlazando previamente Torrelodones con Aranjuez, como parte de un ambicioso
proyecto que uniría Madrid, además, con Valencia y Badajoz. Se trataba del Canal de Guadarrama. Fue proyectado y
empezado a construir en 1778 por el ingeniero francés Carlos Lemaur y
continuado tras su muerte por sus hijos. Parte de la gigantesca presa de
El Gasco
, situada en el río Guadarrama, a la altura de Torrelodones, cuya
construcción se inició en 1787. Esta, para su época, gigantesca presa, de 93
metros de altura, 251 metros de largo y 4 m de espesor de muros, en su
coronación estaba destinada a proporcionar agua al canal. La muerte de Carlos
III en 1788 disminuyó el interés y el ritmo de la obra que, tras numerosos
problemas técnicos y financieros, acabó derrumbándose tras la riada de 1799,
abandonándose el proyecto, tras más de 20 años de trabajos en los que se
construyeron 25 km de conducción, entre Torrelodones y Las Rozas. Errores y
fracasos como estos fueron los que originaron, en 1799, el nacimiento del
Cuerpo de Ingenieros de Caminos, especializados en la construcción de este tipo
de obras. No
hace demasiados años aún, desde las tierras conquenses llevaban hasta Aranjuez
la madera los "gancheros”, montados sobre los troncos y empujándolos con
el gancho que les daba el nombre, tal y como nos refleja
José Luis Sampedro
en su libro "El río que nos lleva”. Su
cauce está muy regulado en la actualidad por la existencia de grandes embalses
que han eliminado las crecidas y avenidas de materiales que eran frecuentes en
tiempos pasados. Entre estos embalses destacan: Ø
El de Entrepeñas-Buendía-Bolarque, en Cuenca,
entre el nacimiento del Tajo y la fosa castellana, con casi 100 km de litoral,
que embalsan 2500 millones de m3. De
él parte el trasvase Tajo-Segura. Ø
En el macizo hercínico, en tierras extremeñas,
el de Valdecañas, Torrejón y Alcántara, siendo el nudo hidroeléctrico más
importante de nuestro país, produciendo unos 1300 megavatios. La presa de
Alcántara, una de las más extensas de nuestro país. presenta 200 km de longitud
y puede embalsar 3162 millones de m3. Ø
En la vega madrileña, las presas y embalses
son pequeños y se destinan, fundamentalmente al riego (
azudes
).Así,
existe un complejo sistema de estos azudes y canalizaciones muy antiguos (siglo
XVI) que ordenan y distribuyen el agua por la vega. Entre ellos destacan: o
el embalse de
Valdajos
, en
Villamanrique de Tajo
, construido en 1530 por
Felipe II
, o
el
Embocador
, también de esa época (1534), construido para
regar la vega y jardines del Real Sitio. Es excepcional en su género por su
planta ligeramente curvada cuando lo normal es que fuera recta. De éste surgen
el canal de las Aves y el de la Azuda que riegan una extensión de 10.000
hectáreas. o
el
Mar de Ontígola
, construido en 1568,
para aportar agua a las fuentes del Real Sitio. Su
contaminación es creciente, especialmente aguas abajo de la confluencia con el
Jarama que vierte en él los residuos contaminantes procedentes de Madrid y
alrededores, a través de su afluente el
Manzanares. A esta contaminación contribuyen los descensos de caudal acentuados
por los períodos de sequía y el
trasvase
al Segura. Esta obra se inicia
en 1969, a partir de una propuesta del Ingeniero de Caminos Manuel Lorenzo
Pardo de 1933, para suplir la escasez de agua en el sureste español, cediendo
caudal a las cuencas del Segura y Guadiana. Su construcción duró 10 años. Se
trata de un canal de 186 km de longitud y una capacidad de 33 m3/s,
que une el embalse de Bolarque, en el Tajo, hasta el embalse de Talave, en el
Segura. En este trayecto el agua se eleva inicialmente 245 m desde el embalse
de Bolarque al de Bujeda, en lo alto de la Sierra de Altomira, para,
posteriormente, lograr salvar la larga distancia, sorteando los accidentes
geográficos mediante acueductos, como el de Riánsares de 3 km de longitud y
48,5 m de altura, o túneles, como el de Talave, de 32 km de longitud y más de 4
m de diámetro. También era de destacar la existencia
de un uso recreativo tradicional sin regular ni vigilar, que generaba
impactos ambientales negativos en el paisaje y calidad de las aguas del Tajo
pero que hoy apenas existe debido a lo escamente acogedoras que son sus aguas. La
depuración de las aguas del Tajo en su tramo madrileño es escasa. La
Estación de Tratamiento de Aguas Residuales
de Aranjuez solo depura las aguas
residuales de la margen izquierda, vertiendo directamente las instalaciones
situadas en la margen derecha en el río. Aguas
arriba, los vertidos de
Villaconejos, Colmenar de Oreja, Villamanrique de Tajo, Estremera
, … no son depurados, salvo alguna estación de tratamiento
como la de Fuentidueña de Tajo. Análogamente ocurre aguas abajo,
donde vierten sin depurar Seseña, Borox y Añover de Tajo.
En definitiva, “el Padre Tajo”
auténtico generador del paisaje de esta zona y principal acreedor de su riqueza
experimenta en estos días tiempos difíciles en los que su futuro y el de la
fauna y flora que acoge en su cauce y sus márgenes están en peligro. Es hora de
que se aborde definitivamente un proyecto serio de recuperación que no pase,
exclusivamente, por la especulación de los terrenos soteños.
El Tajo