Es el proceso por el que el polen viaja hasta encontrarse con el óvulo para fecundarlo. La mayoría de las especies tienen sistemas para evitar la autopolinización, de forma que el polen tiene que encontrar óvulos de otra planta.

En gimnospermas el polen es llevado por el viento, lo que se ve facilitado por flotadores aéreos en algunas especies como los pinos.

En angiospermas el polen puede ser llevado por el viento (plantas anemófilas) o por los insectos (plantas entomófilas), aunque a veces también son fecundadas con la ayuda de mamíferos como ratones o murciélagos (quiropterogamia) o bien por aves como el colibrí.